Jorge Cuesta Porte-Petit
Jorge Cuesta Porte-Petit
Francisco Javier Chaín Revuelta
Tema en su propia casa la noche del 11 de agosto de 2006 y personaje de esta nota. Cuesta (1904-1942) es un curioso vasto que escribió de música, política, psicología y todo lo que usted quiera agregar al etcétera. Además lo hizo con vigor, lucidez y conocimiento vasto. Formalmente estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y se graduó en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por su trabajo reflexivo se conoce como polémico pensador que traslada los grandes temas de su tiempo a los terrenos de la vida pública, de tal manera que no sólo es precursor de muchos de los debates actuales, sino que un legado permanente que nos brinda es, sin desvíos ni concesiones, una pulcra actitud intelectual.
Cuesta no rehusó –como hacen muchos- interesarse en la política y participó con valentía en los debates de coyuntura. Parte significativa de su obra son artículos políticos y sus dos opúsculos publicados tratan el tema. Su atracción política parecerá extravagante si se conoce que no manifestaba mayor interés por participar en la política práctica ni en una posición burocrática. Ingresa en el análisis político armado más con una posición ética y un despliegue de sentido común que con un interés partidario o una formación especializada.
La visión política de Cuesta se ubica en un liberalismo instintivo. Desconfía de la perfectibilidad del hombre y de sociedades ideales. Un demócrata, por tanto, debe renunciar a los idealismos, escribe: “La democracia es un ‘método de investigación’, y no una concepción dogmática del Estado. Por esta razón, la autoridad instituida por una vía democrática está condenada a ser naturalmente un autoridad imperfecta, que deja sin remedio insatisfechos a los espíritus que desean, como desean una verdad total e inmediatamente accesible, una autoridad definitiva que no admita dudas ni tolere reservas”.(Jorge Cuesta, “La muerte de la democracia”, en Obras, tomo 2, p. 134).
El hombre se construye y reconstruye a sí mismo continuamente más allá de cualquier determinismo. Por eso, la desaparición de la persona en la figura de la comunidad resulta inaceptable para Cuesta. Cuando la educación socialista recibe el beneplácito de la clase política y causa grandes polémicas intelectuales y enfrentamientos sociales, Cuesta participa con argumentos que rebasan la coyuntura y que no sólo se oponen a un adoctrinamiento que desvirtúa las libertades y resulta fuera de contexto sino que advierte muchos de los problemas futuros de establecimientos educativos con funciones eclesiásticas. Se adelanta por décadas a las tesis que desarrollará Ivan Ilich sobre los daños pasmosos de “la religiosidad educativa” con la frustración consiguiente de quienes no alcanzan mayor instrucción.
Hay mucho más sobre Cuesta, pero esta breve nota no puede omitir que ante la pretensión de organizar la historia con la ingeniería social, el cordobés más brillante, Jorge Cuesta, elige la marginalidad y la disidencia como oposición heroica de la razón y el albedrío personal. Por la razón, el conocimiento y la lucidez, cada individuo llega a integrar los impulsos del deseo en un estado social. De manera que la moral no es una institución social, sino la creación de un sentido hecha por cada quien. La relación de Cuesta con el Estado es la disidencia y condena la soledad. fjchain@hotmail.com
Por su trabajo reflexivo se conoce como polémico pensador que traslada los grandes temas de su tiempo a los terrenos de la vida pública, de tal manera que no sólo es precursor de muchos de los debates actuales, sino que un legado permanente que nos brinda es, sin desvíos ni concesiones, una pulcra actitud intelectual.
Cuesta no rehusó –como hacen muchos- interesarse en la política y participó con valentía en los debates de coyuntura. Parte significativa de su obra son artículos políticos y sus dos opúsculos publicados tratan el tema. Su atracción política parecerá extravagante si se conoce que no manifestaba mayor interés por participar en la política práctica ni en una posición burocrática. Ingresa en el análisis político armado más con una posición ética y un despliegue de sentido común que con un interés partidario o una formación especializada.
La visión política de Cuesta se ubica en un liberalismo instintivo. Desconfía de la perfectibilidad del hombre y de sociedades ideales. Un demócrata, por tanto, debe renunciar a los idealismos, escribe: “La democracia es un ‘método de investigación’, y no una concepción dogmática del Estado. Por esta razón, la autoridad instituida por una vía democrática está condenada a ser naturalmente un autoridad imperfecta, que deja sin remedio insatisfechos a los espíritus que desean, como desean una verdad total e inmediatamente accesible, una autoridad definitiva que no admita dudas ni tolere reservas”.(Jorge Cuesta, “La muerte de la democracia”, en Obras, tomo 2, p. 134).
El hombre se construye y reconstruye a sí mismo continuamente más allá de cualquier determinismo. Por eso, la desaparición de la persona en la figura de la comunidad resulta inaceptable para Cuesta. Cuando la educación socialista recibe el beneplácito de la clase política y causa grandes polémicas intelectuales y enfrentamientos sociales, Cuesta participa con argumentos que rebasan la coyuntura y que no sólo se oponen a un adoctrinamiento que desvirtúa las libertades y resulta fuera de contexto sino que advierte muchos de los problemas futuros de establecimientos educativos con funciones eclesiásticas. Se adelanta por décadas a las tesis que desarrollará Ivan Ilich sobre los daños pasmosos de “la religiosidad educativa” con la frustración consiguiente de quienes no alcanzan mayor instrucción.
Hay mucho más sobre Cuesta, pero esta breve nota no puede omitir que ante la pretensión de organizar la historia con la ingeniería social, el cordobés más brillante, Jorge Cuesta, elige la marginalidad y la disidencia como oposición heroica de la razón y el albedrío personal. Por la razón, el conocimiento y la lucidez, cada individuo llega a integrar los impulsos del deseo en un estado social. De manera que la moral no es una institución social, sino la creación de un sentido hecha por cada quien. La relación de Cuesta con el Estado es la disidencia y condena la soledad. fjchain@hotmail.com
0 Comments:
Post a Comment
<< Home